Por Yonaida Sel·lam (Intercultura) y Toni Roderic (Los Verdes de Melilla).
Por tercer año consecutivo, nos encontramos ante la próxima celebración del Aid al-Adha, con el intento del PP de Imbroda, Barkani y de Paz Velázquez de arruinar la Fiesta Grande o Aid-al Kebir, la Celebración del Sacrificio, festividad mayor de los musulmanes.
En este particular y melillita día de la marmota, en el que se embarcaron los máximos dirigentes del PP local, nos vamos desayunando con una nueva ocurrencia -y con una nueva mentira- cada día. Un día, la ínclita Velázquez se le ocurre decir que no se permitirá entrar corderos en carritos de bebé, y al siguiente filtran a la prensa el que este año se permitirá la entrada de corderos desde Marruecos, cuando la realidad es que en la Orden Ministerial que se está elaborando, no hay variedad alguna con respecto al año pasado. Es más, se empeora porque se hace depender la entrada de corderos a la voluntad de los propietarios privados de explotaciones cárnicas, los famosos cebaderos, que son los que han de autorizar la entrada de corderos.
Ni unos, ni otros, tienen en cuenta que todas estas maniobras del PP local -a parte de su intención oculta que no es otra que despojar a Melilla de su identidad histórica- impide “de facto” el que la comunidad musulmana pueda celebrar una fiesta religiosa garantizada por la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de libertad religiosa, al hacer imposible el cumplimiento en Melilla de la nueva Orden Ministerial que se está redactando y de las otras normativas aplicables (Decreto de fecha 26 de enero de 2017, relativo a la aprobación definitiva del Reglamento Regulador de la Sanidad Animal de la Ciudad Autonóma de Melilla/ el Real Decreto 479/2004, de 26 de marzo, por el que se establece y regula el Registro general de explotaciones ganaderas; el Real Decreto 685/2013, de 16 de septiembre, por el que se establece un sistema de identificación y registro de los animales de las especies ovina y caprina; y el Decreto 40/2014, de 25 de marzo, de ordenación de las explotaciones ganaderas) por lo que es el mismo Ministerio, seguramente por indicación del gobierno de Melilla, es el que está imposibilitando el ejercicio de un derecho fundamental de los ciudadanos españoles y que evidentemente, de seguir con esta intención, será llevado a los tribunales como un ataque a los derechos fundamentales.
Explicando en gerundio la nueva Orden que se está redactando, se les da a los cebaderos privados la potestad de que un musulmán pueda celebrar su Fiesta más importante: en el caso de que el importador no sea el titular de esa explotación ganadera de destino, deberá tener un consentimiento expreso por escrito, del titular de la misma ganadera en el que se acepta la llegada de esos animales, una copia del mismo se adjuntará en cualquier caso a estas notificaciones. Con lo cual, en la lógica capitalista de este gobierno, a parte de que se opte por favorecer el negocio privado de unos cuantos, es el propietario del cebadero el que tiene la potestad de la celebración de una fiesta religiosa, erigiéndolos en una autoridad extraña al Islam y a la costumbre inmemorial de los rifeños.
Ante este nuevo despropósito que intenta perpetrarse, exigimos que Melilla tiene que procurar soluciones para salvaguardar las tradiciones de sus habitantes y más aún en temas tan sensibles como los religiosos. Si las “autoridades” se mantienen en la posición de facilitar el negocio de la venta de borregos foráneos que no admite la sociedad musulmana melillense, y en aplicar las resoluciones de Madrid sin considerar la peculiaridad de Melilla, difícilmente habrá una solución al conflicto. Y los musulmanes estarán en su derecho de buscar otras formas de cumplir los valores de la festividad. Junto a la exigencia legal de que se respeten sus derechos.
Lamentamos que todas estas mentiras, manipulaciones e ilegalidades no persigan otra cosa que invisibilizar y perseguir las costumbres, tradiciones y los ritos religiosos de más de la mitad de la población melillense con la intención -ahora ya no disimulada- de crear una división social, y un enfrentamientos entre culturas, que será muy difícil de reparar con el único objeto de sacar un rédito partidista y electoral en la línea de lo que han venido explotando durante los últimos 18 años de gobierno del PP de Imbroda.