Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
No es que tenga mucha confianza con el sondeo del CIS –siempre se han equivocado en Melilla y no aprenden de una consulta para la otra- pero entre ese sondeo, el que publican otros medios de comunicación, la apreciación de amigos y conocidos, el nerviosismo de los candidatos y el olfato propio de muchas campañas vistas desde dentro, creo que estamos a las puertas del cambio que Melilla necesita.
Ante los agoreros, los mercenarios y los conservadores que ven en cualquier alteración de su existencia un desorden y confusión que les hace tambalear sus principios, quisiera recordarles la famosa frase de Buda: “Si la casa está ardiendo, salta por la ventana y no mires si fuera llueve”. Y, no creo que nadie ponga en duda el incendio que padecemos: a la crisis política (corrupción inmunda y clientelismo repulsivo), la social (paro infame y precariedad laboral perversa), la económica (sin futuro para nuestros jóvenes) y medioambiental (cambio climático) tenemos que añadir la específica de Melilla que ha sido incapaz, en estos quince años de gobierno Imbroda, de buscar su espacio de prosperidad.
Por eso, cualquier cambio será bienvenido y deberíamos festejarlo como una victoria ciudadana. Todo lo que sea otras formas y maneras de gobernar –si los que tengan que hacerlo son capaces de ello-, otras formas y maneras de representar a los ciudadanos, representará sin duda una metamorfosis de Melilla necesaria y urgente para su futuro y el de nuestros hijos e hijas.
Y si eso lleva aparejado que ciertos personajes, los reyes de las imputaciones, dejan la política, pues eso que ganará la ciudad y su imagen.
Y si sus métodos, modales y procedimientos se olvidan y cambian rápidamente, será la mejor noticia que los melillenses recibirían en una época poco propicia para las alegrías.
En realidad, no es pues tan importante quién gane las elecciones el próximo 24 de mayo, lo que importa es quién pierde. Y si pierden los corruptos, habremos avanzado un poquito.
