Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
Si hay un grupito de personas, prácticamente una familia, que representa lo peor de la política, no sé si coincidirán conmigo en señalar a la familia Velázquez. Han utilizado, utilizan y, seguramente, utilizarán su influencia política en beneficio personal. Para lo cual no tienen ningún sonrojo en prevaricar -como lo hizo el patriarca, siendo condenado doblemente por los tribunales que lo inhabilitó durante 15 años.
Después de fracasar electoralmente y de comprobar que su partido político no tenía futuro alguno, no han tenido rubor en eliminar y acuchillar por la espalda a amigos y compañeros de viaje para venderse al mejor postor a cambio de todas las mamandurrias y prebendas que todos ustedes puedan imaginar.
Estas rancias y trasnochadas maneras de la vieja política son lo que más perjudican a la imagen de lo que debería ser un servicio público. Nadie que vea este comportamiento podrá creerse que los políticos -o al menos una gran parte de ellos- vayan a preocuparse por el bien común.
Si, además, ahora, observamos que se dedican a cerrar un medio de comunicación -en un ejercicio lamentable de totalitarismo caciquil- cuando hasta ahora lo habían jaleado porque creían que les servía en su actividad política, nos hace patente, aún más, la verdadera realidad de la ética de la familia.
Vaya por adelantado nuestra solidaridad con los trabajadores de CABLEMEL RADIO y nuestra vergüenza ajena por el comportamiento de esta clase deleznable de políticos.
Si hay algo sagrado en democracia es la libertad de expresión y todos aquellos que le ponen trabas, como los Velázquez, merecen nuestro desprecio por su comportamiento abyecto.
La verdad es que no acabo de entender qué gana el PP uniendo su futuro a este tipo de personajes bochornosos, torpes e infames: a no ser que les agrade escuchar a la sucesora en el karaoke de la Taberna.