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La Sanjurjada

Opinión / 24.04.2017

Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.

La SanjurjadaLa revista ‘tradicional, católica y navarra’ llamada “Siempre p’alante” informaba en su número del 16 de abril que el 23 de marzo pasado los restos del general golpista contra el orden constitucional republicano, José Sanjurjo, fueron trasladados a Melilla para su inhumación en el Panteón de los Héroes de Regulares del cementerio melillense, según ha confirmado el Ejército de Tierra. Este hecho se ha debido al desentierro de Sanjurjo en Pamplona y al del también militar y cabecilla del golpe de Estado fracasado que provocó la guerra civil, Emilio Mola, en cumplimiento de la Ley de la memoria Histórica.

«La información y el traslado de Sanjurjo a Melilla fue considerado como ‘secreto de Estado’«, escribe Enrique Delgado en El Alminar de Melilla. Los restos cadavéricos serían «conducidos y custodiados«, prosigue, «por una delegación de alto rango del Ministerio de Defensa» para acabar en una ceremonia «presidida por todas las autoridades civiles y militares» de la ciudad autónoma. Una información «también conocida por el núcleo duro de la nomenclatura cultural«. «Se destinan varios miles de euros para enterrar en la ciudad de Melilla, trasladado en helicóptero, en una operación secreta, a un general dos veces golpista, mientras siguen existiendo cientos de fosas comunes con miles de republicanos enterrados de manera anónima«, afea Delgado. Una operación «que en el resto de España ha querido esconderse«, apunta.

Otros medios como Iruindaria Naiz se hacían eco en redes sociales y El Confidencial señala que al acto de inhumación asistió el presidente y senador por Melilla, Juan José Imbroda.

El general Sanjurjo fue dos veces golpista. Encabezó el intento de derrocar la reciente República española en agosto de 1932, en una sublevación militar fallida que a la postre fue conocida como la Sanjurjada. Como otros militares, caso del propio Mola y africanistas como Franco o Queipo de Llano y Yagüe, no desistieron de sus intenciones y ejecutaron el golpe de Estado en julio de 1936 -también, sin éxito- que provocó así el estallido de la guerra civil española. Una biografía reciente de su sobrino nieto Enrique Sacanell Ruiz de Apodaca asegura que Sanjurjo vivió una vida disoluta, protagonizada por sus constantes líos de faldas que le llevarían a enfermar de sífilis. En 1936, con la oposición de Goded y la reticencia de Franco, el general Sanjurjo fue nombrado jefe de la Junta y estaba previsto que se erigiera en el jefe de gobierno de los golpistas en caso de triunfo. Un plan cortocircuitado el 20 de julio de 1936 cuando se estrelló, extrañamente, la avioneta que lo había de transportar a Burgos para ponerlo al mando del golpe militar.

El acto del entierro de Sanjurjo que, como poco, violenta la Ley de la Memoria Histórica, y más al participar, en el mismo, militares de alta graduación con la autorización del Ministerio de Defensa y autoridades civiles, viene a poner de manifiesto la idea de que Melilla es un parque temático del golpismo franquista más sanguinario.

Pero lo que aún es mucho peor es el intento esperpéntico de esconder y no dar publicidad al acto -“Quien algo teme algo debe”- y que el Presidente de todos los melillenses acudiera al acto en el que de alguna manera se homenajea a un golpista responsable de tantas muertes de ciudadanos españoles. Por no citar a los muertos rifeños debido a las acciones militares coloniales ordenadas por Alfonso XIII de Borbón en defensa de sus intereses económicos.

Ha llegado un momento de hastío y repugnancia, de fastidio, tedio, fatiga y disgusto. El franquismo ideológico y sociológico continúa vivo, envalentonado y vigente. Corrupto e impune. Y afloran, cada vez más frecuentemente, actitudes políticas totalitarias y prepotentes, cada vez menos disimuladas, en todas sus manifestaciones de poder, y que cada vez estará más presente en actos oficiales y no oficiales para hacer frente a las iniciativas populares democráticas, justas y solidarias.

Evidentemente, estas acciones nos obligan a que el próximo 17 de julio hagamos un sentido homenaje a los asesinados por los golpistas por mantenerse fieles al orden constitucional y a los militares que pagaron con su vida su lealtad a la República de todos.

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