Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
¡Jolines! Los nervios que le han entrado a Imbroda tras la visita de Albert Rivera a nuestra ciudad. Han salido los peperos como elefante por cacharrería para, en su habitual relación con los adversarios políticos, acusar al líder de Ciudadanos hasta del asesinato de Kennedy. Acusaciones, insultos, menosprecios… en fin, ya saben ustedes, lo propio del personaje y de los suyos. Un ejemplo para nuestros jóvenes.
Evidentemente, toda esta parafernalia del jefe y de sus mamporreros no son otra cosa que el miedo a una opción política que -como bebe en sus mismos caladeros pero es una opción nueva, joven, inteligente y sin mochilas corruptas- va a quitarles un gran número de votos e, incluso puede ser, el poder en el gobierno del estado.
Y todo porque el político catalán supo meter el dedo en la llaguita popular de la corrupción melillense. Y eso que no sé si los correligionarios de Rivera fueron capaces -y él de recordar- todas y cada una de las tropelías que desde el 1979 -año en que empezó a vivir del cuento- llevan cometidas Imbroda y su clan.
En el colmo del paroxismo y de la pérdida de papeles, Imbroda retó -en uno de los ejercicios barriobajeros a que nos tiene acostumbrados- a Rivera, a un debate sobre la corrupción. Hay que ver cómo es de atrevida la ignorancia.
Haría mejor Imbroda en recomendarle a su jefe, Rajoy, que debatiera con Rivera o con Iglesias y, así, los melillenses tendrían una mejor disposición y conocimiento para saber a quién votar en las próximas elecciones.
Pero por si Imbroda se queda con un deseo irrefrenable de debatir sobre la corrupción en Melilla, estoy seguro que habrá bastantes melillenses dispuestos a ello. Solo tiene que pedirlo. Y, no obstante, siempre podrá contar conmigo para ello. Sobre la corrupción o sobre lo que quiera. Sin problemas. Donde quiera y cuando quiera.