Por Yonaida Sel·lam (Intercultura) y Toni Roderic (Los Verdes de Melilla).
Cuando ya estábamos curados de espanto y pensábamos que Imbroda no podría superar su historial de exabruptos, manipulaciones, groserías, inconveniencias, salidas de tono y mentiras, sobrepasa una vez más todas sus pretensiones y da rienda suelta al racismo institucional que siempre ha manifestado de una manera u otra desde su cargo de presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla para vergüenza de todos nosotros.
Esta vez arremete contra el gobierno de la nación, basándose en una fuente tan obscena como él, OK Diario de Eduardo Inda, atreviéndose a manifestar que “se permitirá votar en las elecciones a los inmigrantes” y, así, Melilla podría tener un presidente “marroquí”. Incidiendo una vez más en su sucia campaña electoralista del “miedo al moro” que tan buenos resultados le ha dado históricamente. Para vergüenza también de los que no se dan por aludidos a pesar de la indecencia de sus manifestaciones y que cambian su dignidad por dinero.
El voto de los ciudadanos extranjeros en las elecciones está reglamentado por la ley. Y se circunscribe a los tratados entre países: si hay un acuerdo bilateral por el cual los ciudadanos de ambos países pueden votar, se aplica en los dos sentidos. Los españoles pueden votar en el otro país y los ciudadanos del mismo pueden votar en España. Lo cual no se da en el caso de Marruecos.
No nos debe extrañar este comportamiento habitual del político más impresentable que jamás tuvo Melilla. Primero porque es lo más frecuente del personaje inculto, grosero, soez y zafio que tenemos la desgracia de padecer. Y, seguramente, porque las encuestas que maneja para las próximas elecciones son muy desfavorables, por eso su incontinencia verbal y presencia continua en los medios de comunicación, para intentar invertir el sentido de las mismas. Y utilizando cualquier factor o circunstancia que se ponga a su alcance: incluyendo la utilización deshonesta de la compra de voluntades -también las religiosas- con las que acusa a los demás pero que es un maestro en su utilización.
Los menos de 400 militantes reales del PP -si llegan a esa cantidad- no pueden condicionar el futuro de Melilla, y más si tenemos en cuenta que la rentabilidad de su opción política es solamente para un grupito escaso de compinches.
Que los árboles de su manipulación y su mentira no nos impidan ver el bosque y hagamos de la unidad y la solidaridad de los demócratas el valor supremo de la esperanza en el futuro deseado para todos los melillenses de bien, para los excluidos socialmente, para los jóvenes, para los niños, para los que tienen hambre y sed de justicia, para los que trabajan por la paz, para los injuriados y vilipendiados, porque esa meta está próxima.