Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma que hay inmigrantes muriendo de frío en Europa y hace un llamamiento a Gobiernos a «hacer más» para ayudarles, en lugar de ejercer la represión violenta en las fronteras.
Más de 60.000 refugiados en campamentos en Grecia no estarían sufriendo la ola de frío que azota a Europa en condiciones precarias si los Estados miembros de la Unión Europea (UE) hubiesen cumplido sus compromisos de reubicación. Es lo que ha denunciado hoy la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Además, al menos una treintena de migrantes ha muerto por las bajas temperaturas en Polonia, Italia, Grecia, República Checa, Bulgaria, Albania y Rusia.
Pero, hipócritamente, la Comisión Europea, acusó esta semana a Atenas de no haberse preparado convenientemente pese a las previsiones meteorológicas. “La situación es insostenible… Tenemos que ser claros: asegurar las adecuadas condiciones de recepción y gestión de los centros de refugiados es responsabilidad primera y fundamental del Gobierno griego”. Aunque no dicen absolutamente nada de la escasa solidaridad europea y del fracaso del sistema de cuotas de recolocación de refugiados (los Veintiocho solo han satisfecho, de promedio, el 10% de sus compromisos) que han obligado a una estancia forzosa en Grecia, desde hace meses y sin visos de solución, de miles de personas. España, por ejemplo, ha acogido a 898 refugiados cuando se comprometió a acoger a 17.337.
Las imágenes que llegan desde Grecia están inundando las redes sociales con mensajes de indignación ante las condiciones de vida de los migrantes. «El tema es saber cuántos refugiados tienen que morir de frío antes de que la UE haga algo» -se pregunta Miguel Ángel Rodríguez, trabajador humanitario. «La situación de las personas refugiadas es insostenible. Vivimos en la Europa de la violación sistemática de Derechos Humanos» -se queja el Eurodiputado de Podemos Miguel Urbán.
La situación es igualmente grave en los países por los que discurría la ruta de los Balcanes, cerrada en marzo pasado pero aún hoy transitada, ilegalmente y de la mano de traficantes de personas, por decenas de migrantes cada día. Según la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), más de 7.500 personas están varadas en Serbia (frente a las 6.000 que Belgrado se comprometió con la UE a asumir), y solo 3.140 viven en instalaciones adaptadas para el invierno. En Belgrado, unos 2.000 jóvenes, principalmente afganos, paquistaníes, iraquíes y sirios, duermen en edificios abandonados a —20 grados. La provisión de ayuda humanitaria por las autoridades se ha reducido drásticamente en los últimos meses. Varias personas han muerto de hipotermia en las fronteras de Serbia y Bulgaria.
Y la situación es, también, desesperada en Italia, donde la ola de frío -que continuará en los próximos días- está siendo una verdadera pesadilla para los cerca de 70.000 inmigrantes y refugiados que malviven en la calle, así como para muchos de los miles de solicitantes de asilo que se encuentran en centros de acogida, en particular en el sur de Italia. Allí donde las estructuras no están dotadas de adecuados sistemas de calefacción.
Frente a estas muertes, la Unión Europea, solo toma medidas para controlar, con una absoluta falta de respeto de los Derechos Humanos, las fronteras del sur de Europa. Pocas actitudes de estas nos motivan para mostrarnos partidarios de esta Europa que -a mi entender- hace tiempo que dejó de ser nuestra para ser de otros.