Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
No hay nada más parecido a un integrista que otro integrista.
Cuando ya creía que lo había visto y oído todo en el juego sucio electoral, cuando pensaba que en el discurso del miedo que utilizan, habitualmente, los partidos de la derecha rancia estaba todo dicho, cuando el recurso del “miedo al moro” en Melilla imaginaba que ya había agotado cualquier verosimilitud, aparece una vez más esa filigrana de la política local, el sr. Imbroda, a acusar al CpM de yihadismo y salafismo.
Un servidor, ¡qué quieren que les diga!, duda mucho que ni Imbroda, Marín o Conesa, ni los demás sepan qué es el yihadismo y mucho menos el salafismo. Pero les parece adecuado utilizarlo como insulto contra quienes pueden descabalgarlos del poder omnímodo –aunque repleto de “errores administrativos”- que ostentan.
Supongo que lo que, en realidad, quieren es que los melillenses piensen que en el partido rival hay muchos musulmanes radicales. Y no se cortan un pelo en denunciarlo a la opinión pública aun sin pruebas como arma arrojadiza.
Pero, si tenemos que discutir sobre radicalismos religiosos, podía Imbroda haber explicado la postura católico integrista y ultramontana de su diputado -20 años lleva ya- a Cortes, el sr. Gutiérrez, que ha llegado a votar contra su propio partido situándose a la extrema derecha del nacional-catolicismo. O, también, podría hablar del sr. Fernández Díaz, ministro del Interior, jefe de los integristas que dominan el ministerio, que llega a condecorar a las imágenes de las Vírgenes y que, incluso –según el juez Pedraz-, se informaba a los islamistas radicales de Cataluña que estaban siendo investigados por los Mossos de Escuadra. O, también, podríamos investigar qué políticos melillenses eran los que financiaban –por medio de sus habituales subvenciones y/o adjudicaciones de contratos- a los últimos detenidos por “yihadismo” en Melilla el año pasado con la finalidad de que convencieran a los seguidores del partido contrincante que votar es “haram”.
Así las cosas, lo que subyace -y por eso los ataques del partido de Imbroda, del partido que ostenta el récord mundial de imputados en un gobierno ciudadano- no es más que la constatación de que su tiempo se ha acabado. Y que, el 24 por la noche, podremos celebrar en Melilla el cambio electoral en la composición de la ciudad. No será suficiente la derrota en las urnas de los corruptos. Entre todos necesitamos –con la ayuda de los partidos democráticos- a la gente organizada y movilizada para hacer posible el cambio real. Y que los ciudadanos recuperen el poder democrático para decidir, de una vez y entre todos, nuestro futuro.