Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
No llego a comprender como un conflicto con tantas implicaciones culturales, religiosas y sociales se pueda envenenar de una manera tan gratuita por la incompetencia de los responsables políticos. En todos los grupos y sociedades se desarrollan a veces conflictos y/o colisiones entre diversos intereses o tendencias. Lo acertado, en esas coyunturas, es encontrar soluciones inclusivas que puedan contentar a todas las partes para no crear una ruptura que agrave los conflictos. Estas soluciones son imprescindibles en sociedades multiculturales. No parece que el gobierno de Melilla haya actuado con un mínimo de sensibilidad y buena voluntad para ponerse, como mínimo, en el lugar de los otros y buscar soluciones y acuerdos.
Apelar, continuamente, a la legalidad vigente -como hace el Delegado del Gobierno- cuando en Melilla todos sabemos que esta se interpreta en la frontera de forma muy poco ortodoxa con su beneplácito, no deja de ser un ejemplo de la poca aptitud como gobernante de El Barkani. Y si, encima, otros miembros del PP o del gobierno -como Paz Velázquez o Marín– incendian con sus declaraciones excluyentes a la mitad de la población melillense, tenemos un conflicto de muy difícil solución.
Si no hay buena voluntad por parte del gobierno para solucionar el problema, si no se intentan soluciones consensuadas, si por parte del gobierno de la CAM se toman decisiones unilaterales sin consultar con los afectados, si Imbroda se mantiene inamovible en sus decisiones, nadie puede extrañarse que los afectados reaccionen por lo que consideran un agravio, una ofensa, un desprecio y una humillación
Quien no quiere solucionar, sin escuchar siquiera las razones de los otros, en una sociedad como la melillense, un grave problema en el que se mezclan tradiciones, costumbres y religión, se encontrará posiblemente con reacciones no deseadas. Los afectados por la decisión del gobierno a sus tradiciones están en su derecho de no participar en las tradiciones o fiestas sobrevenidas de la CAM.
Sería inteligente llegar a acuerdos. Y que la política de la prepotencia y del menosprecio se cambiara por la de la anuencia, el convenio y el pacto. Que Melilla recobrara el respeto imprescindible en una sociedad con futuro. De lo contrario, estoy seguro de que este conflicto -si no se soluciona- marcará un antes y después de la realidad social de Melilla.