Por Toni Roderic, Los Verdes de Melilla.
No comparto el triunfalismo de algunos sectores con respecto al Centro Comercial que parece que se construirá en los terrenos del antiguo cuartel de Valenzuela. Y, aunque manifiestan como uno de sus méritos el que creará 400 puestos nuevos de trabajo, es necesario analizar bien qué comportará para el comercio melillense, y para la ciudad, su apertura.
En primer lugar, los estudios demuestran que los puestos de trabajo que se crean con un Centro Comercial, alejado del centro de la ciudad, destruyen el doble de puestos de trabajo de los pequeños y medianos comercios tradicionales y, evidentemente, contribuye a su destrucción, lo que provoca una paulatina desertización del centro urbano, con lo que el ciudadano pierde la riqueza de la calle como lugar de encuentro y de relaciones humanas.
La creación de centros comerciales alejados del centro de la ciudad incrementa la utilización del vehículo privado, el tráfico y la dispersión urbana a costa de una mayor contaminación, con lo que aleja a las ciudades de la sostenibilidad y de políticas sostenibles. Perjudica, también, a las rentas bajas y, particularmente, a aquellos que no disponen de vehículos privados y a las personas de edad, que acaban por pagar precios más altos por los productos ya que eliminan, poco a poco, a los pequeños comercios independientes.
Su política comercial tiende a uniformizar y homogeneizar el mercado, sin tener en cuenta los gustos y preferencias locales produciendo a medio plazo un proceso de desarraigo y desculturización de las comunidades regionales que adoptan hábitos uniformizadores, con consecuencias nefastas para la diversidad que remite, finalmente, a una pérdida de identidad. Esta homogenización de culturas, gustos, necesidades y preferencias, produce sociedades más frágiles y vulnerables, lo que interesa a las multinacionales, fuera del control democrático.
Ante esta situación, las ciudades más aconsejables desde el punto de vista de la calidad de vida y de la sostenibilidad lo que promueven son centros comerciales abiertos en los que los comercios de una misma área -normalmente el centro histórico de la ciudad-, y con el apoyo de las instituciones, diseñan una estrategia comercial común, dirigida a incrementar la atracción de la demanda, crear sinergias entre los negocios, reforzar la competitividad y profesionalización de las empresas asociadas, mediante la gestión unificada y especializada de aspectos de interés común: seguridad, limpieza, promoción, distribución, y con una imagen unitaria. Tanto a efectos promocionales como para muchas otras gestiones, los negocios que configuran el Centro Comercial Abierto funcionan con una imagen común, que difunden en campañas con anuncios en prensa gráfica, en su web común o la del propio ayuntamiento, o en su material de papelería. Gestionan así mismo una oferta lúdica y de animación conjunta: concursos, decoración de festividades, festivales y un plan de señalización comercial.
El Centro Comercial Abierto promociona la peatonalización de las calles principales y adyacentes. Con esta medida se asegura un incremento en la calidad de vida de los vecinos pero, también, mayor protagonismo para el viandante, y eliminación de barreras para acceder a todos los comercios, con una oferta muy variada de tiendas de moda, ocio, restauración y servicios.